La investigación consistió en analizar los datos de 3,500 empleados públicos con una edad promedio de 55 años, cada participante realizó un cuestionario sobre sus hábitos y un autoanálisis sobre su riesgo de depresión, fueron divididos en dos grupos, los que siguieron una dieta basada en alimentos completos (frutas, vegetales y pescados), y los que comieron principalmente alimentos procesados.
Los resultados mostraron que aquellos que basaron su alimentación en comida sana y baja en grasa presentaron un 25% menos riesgo de depresión futura, en comparación a aquellos que siguieron una dieta rica en carne procesada, chocolates, postres azucarados, comida frita, cereales refinados, y lácteos altos en grasa.
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